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Under muy feet

“Under my feet” es una instalación que usa un sensor de ondas cerebrales (EEG) para traducir la actividad eléctrica cerebral en humanos a la representación gráfica de una red de filamentos que crecen comunicados entre si, simulando el proceso simbiótico que se produce entre las micorrizas y las raíces de los árboles en el subsuelo de los bosques.

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Comúnmente conocido como Wood Wide Web, esta red permite la cooperación entre especies: los hongos extraen azúcares de las raíces y éstas obtienen a cambio agua, carbono y nutrientes. Pero las micorrizas también conectan entre si a árboles y plantas permitiendo su comunicación. A través de señales bioquímicas alertan de peligros como sequías o plagas y permite a su vez compartir nutrientes.

La red neuronal humana encuentra aquí su analogía con esta red de conciencia bioquímica. Una redefinición no antropocéntrica de la noción de inteligencia.

“Under my feet” hace alusión a lo que crece bajo tierra. En un estado latente de inactividad la instalación muestra la imagen de raíces en reposo. Cuando se detecta la actividad neuronal de un espectador vemos cómo emergen de ellas pequeños filamentos formando una red que las conecta, recordando el proceso simbiótico de las micorrizas.

Esta instalación interactiva es la visión metafórica y poética de una nueva conciencia que emerge como necesidad en tierras devastadas por la crisis climática. Aquí el pensamiento humano crece en el fango junto a hongos, plantas, microbios y otros muchos organismos alejado de toda promesa de inmortalidad. “Somos compost, no posthumanos; habitamos las humosidades, no las humanidades” (Haraway)

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“Cuando el antropólogo Eduardo Khon asegura que los bosques piensan, la cuestión no es si piensan o no, o cómo definimos ese pensar: es cómo ese pensar de superorganismo abre caminos desconocidos para la idea misma del pensar” (María PTQK) y por lo tanto, hacia una nueva conciencia no antropocéntrica.

ESTADO DE LA CUESTIÓN

La obra se inscribe en una nueva corriente de pensamiento que sitúa la vida y sus procesos en el centro frente a un modelo antropocéntrico sustentado en el progreso y el crecimiento económico como base del pensamiento occidental.

Hoy estamos asistiendo al desarrollo de un nuevo paradigma de pensamiento basado en el modelo simbiótico propuesto por Lynn Margulis, que sostiene que la simbiosis fue el impulsor de la evolución temprana. Margulis mantiene que todas las células animales, vegetales, fúngicas y protistas, en definitiva, toda la vida en la tierra excepto las bacterias, es producto de la simbiogénesis, lo que implicaría que diferentes tipos de organismos se unieron para crear un nuevo ser. (John Feldman).

Para Lynn Margulis la bacteria es la unidad básica de vida y no el gen. Por lo tanto, la vida en todas sus formas: plantas, animales, protistas y hongos, se componen de grupos de bacterias en diferentes formas de comunidad. El proyecto Genoma Humano desveló que el 90% de nuestras células no son humanas, sino bacterias, un ecosistema de cuyo correcto funcionamiento depende nuestra supervivencia.

Las implicaciones de la simbiogénesis nos invitan a desplazarnos desde una visión competitiva del mundo formada por individuos que luchan por su propia supervivencia hacia un enfoque mucho más prometedor: el de comunidades interdependientes de organismos que cooperan entre si.

El pensamiento occidental, que ha situado al ser humano en supremacía moral e intelectual por encima del resto de las especies y que ha concebido la naturaleza como un recurso a su servicio, ha provocado la destrucción de numerosos ecosistemas. Pero ¿podría este nuevo paradigma basado en el modelo simbiótico revertir las dinámicas de autodestrucción? La respuesta implicaría el reconocimiento de subjetividad de otras especies y pensar lo vivo como una red de interdependencias, en definitiva, abrirnos a una visión holística del mundo.

En “Under my feet”, la red “vegetal” generada por la actividad cerebral humana crece hacia el subsuelo. El pensamiento se enreda aquí en complejas prolongaciones hacia el interior de la tierra, lo humano deviene humus.

La red supone además un cambio de metáfora en la forma de representar la relación entre especies. Frente a la metáfora del árbol filogenético que las muestra como organismos independientes de unidades autónomas, la red nos propone una forma de relación en enjambre, de especies entrelazadas, de ensamblajes simbióticos... la evolución se revela como coevolución.

Equipo de trabajo

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Beatriz Coto 

PDI y miembro del Colectivo Laramascoto

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Santiago Lara

PDI y miembro del Colectivo Laramascoto

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José Antonio Vertedor

Investigador y Artista

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José Luis

Lozano

PDI y Artista

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María Valdés

Investigadora y Artista

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